Aumento del costo de vida
Inflación: la sombra negra del crecimiento económico
En medio de un contexto económico que sólo sabe dar buenas noticias, el fantasma de la inflación llegó para convertirse en un problema serio y real. Las consecuencias que acarrea a nivel económico y social son las son las principales causas para dale pelea.
Es innegable que, por estos días, la inflación se convirtió en uno de los grandes temas de la agenda periodística argentina. A raíz de las últimas cifras otorgadas y difundidas por el INDEC, la última de las cuales establece un aumento de un 1,5% en el costo de vida, el ascenso en el nivel de precios se convirtió en una de las principales problemáticas que afecta a los argentinos, sobre todo, aquellos de las clases media y baja del escalafón social.
En términos generales, se puede decir que la inflación es, básicamente, un aumento del nivel general de los precios y se manifiesta, por ejemplo, en un aumento del índice de precios de consumo. Según afirman diferentes corrientes teóricas económicas, la inflación se puede producir cuando hay un exceso de dinero en relación con la cantidad de bienes disponibles. En términos generales, un proceso inflacionario puede generarse por dos causas principales: fuerte aumento de demanda sobre algún o algunos bienes determinados o por el aumento en los costos de fabricación de un producto, incremento que se traslada al precio de su venta final. En el caso de nuestro país, la inflación que se viene palpando desde la devaluación de fines del 2001, responden a estas dos causas. Evidentemente, la salida de la convertibilidad y el aumento, entonces, del valor del dólar, hicieron que se produjeran aumentos en casi todos los eslabones de la cadena productiva, lo que hizo que aumentara el costo final de una gran cantidad de productos consumados en la sociedad. A esto se agrega el factor de un incremento en la cantidad de dinero circulante producida, básicamente, a raíz de una serie de aumentos salariales llevados a cabo por el actual gobierno. Es fácil recordar el incremento de precios producidos luego de cada anuncio de aumento salarial. Por eso, hay que decir que el proceso de inflación producido en nuestro país desde hace ya algunos años, y más fuerte por estos días, es un proceso complejo pero de ninguna manera inesperado.
Evidentemente, la inflación afecta fuertemente la estabilidad de precios, es decir, el dinero empieza a perder su valor a lo largo del tiempo. En este sentido, es importante aclarar cómo se calculan las variaciones de los precios. Para esto se elaboran los índices de los precios de consumo, los cuales se realizan una vez al mes y, como indicador, se utiliza lo que, en nuestro país, se denomina «canasta básica», que consiste, básicamente, en una lista de productos que suelen consumirse en una familia tipo. El precio total de esta canasta básica indica el costo de vida de una sociedad y se examina periódicamente para controlar la variación de precios.
Actualmente, en nuestro país, la canasta básica se elabora en base a alimentos considerados de primera necesidad, y se estima su valor por arriba de los $750. En un país con indicadores cercanos al 40% de pobreza, 13% de desempleo y sueldos promedio de apenas más de $600, es evidente que un valor así en los alimentos de necesidad básica aleja de ellos a una gran franja de sectores sociales.
Un punto importante a aclarar es que se habla de inflación cuando se observa un incremento en el precio total de toda la gama de productos incluidos en la canasta básica, y no sólo el de uno de ellos.
Es necesario, por lo tanto, aspirar a una economía basada en una fuerte estabilidad de precios, ya que esto trae aparejada una serie de importantes ventajas, ya sea en el aspecto económico propiamente dicho como así también en el social.
Desde el punto de vista económico, lograr una determinada estancalidad a nivel precios es importante por dos razones fundamentales: facilita la comparación de precios y reduce el costo de los préstamos. Cuando los precios son estables, resulta más fácil para el consumidor compararlos y, de esta manera, decidir qué bienes o servicios adquirir. El consumidor puede, entonces, decidir cual es el mejor destino para su dinero.
Otro punto importante en este sentido es que, en un contexto de estabilidad, las empresas pueden disponer, de manera más sencilla, de información necesaria para decidir sobre sus inversiones. Esto permite una utilización óptima de los recursos y, de esta manera, se aumenta el potencial de la economía. Cuando los precios no logran una estabilidad, tanto el consumidor como el empresario corren el riesgo de interpretar mal estas variaciones, lo que desencadena en posibles malas decisiones e inversiones para terminar afectando la producción económica en general.
La estabilidad de precios es importante también, como dijimos, a la hora de reducir el costo de los préstamos. Cuando los precios son estables, tanto los ahorristas como los prestamistas aceptan más fácilmente tipos de interés bajos ya que, justamente, esta estabilidad de precios provoca que el dinero tenga menos posibilidades de una posible pérdida de valor. Cuando los precios se encuentran cambiantes, la incertidumbre que esto provoca hace que se intenten proteger colocando tipos de interés más altos que al momento de prestarlo o depositarlo. Esto, evidentemente, presenta algún tipo de excepción que es, justamente, el ejemplo de nuestro país en los ’90. Durante esa década, el proceso de convertibilidad provoca una sólida estabilización de precios (aunque también es verdad que se vieron casos de deflación) y, sin embargo, el mundo bancario mostraba tasas de interés realmente elevadas. Esto, evidentemente, era un signo más de inseguridad dentro de un marco de gran «seguridad» económica.
El hecho de reducir el costo de un préstamo es importante ya que motiva al empresario o al consumidor a realizar ciertas acciones relacionadas con el consumo (compra de viviendas, coches, maquinarias, etc.), la cual incentiva a una mayor inversión empresarial, lo que incrementa su potencial y ayuda, entre otras cosas, a reducir el desempleo. Se puede decir, entonces, que la estabilidad de precios es fundamental en el crecimiento económico y creación de fuentes de trabajo.
Un período infraccionario afecta también, de manera muy fuerte, a los aspectos sociales de una población.
Es innegable que la inflación puede generar pérdidas considerables para los ciudadanos. La disminución del poder adquisitivo del ahorro es una de ellas. Evidentemente, los sectores más bajos de la sociedad son los que más sufren los efectos de la inflación ya que cuentan con menos medios para enfrentarla. Períodos de inflación suelen, en muchas ocasiones, provocar una gran inestabilidad social, tal como ocurrió en nuestro país a fines de los ’80 y que terminó con la salida adelantada del, por entonces, presidente Alfonsín.
Es por esto que se debe remarcar la importancia de los efectos que la inflación tiene en la sociedad en general. Entenderla como una señal que nos brinda la economía es fundamental a la hora de consolidar un proyecto económico fuerte.
Salomé Zamora