Aumento del costo de vida
Inflación: el mal que afecta a todos
El proceso inflacionario que se está viviendo por estos días afecta, sin dudas, a todos los estratos sociales, pero sus efectos variarán según cada clase socioeconómica. El gobierno, mientras tanto, busca soluciones, se refugia en los acuerdos de precios con marcas líderes y espera aumentar la canasta básica a unos 500 productos.
Es innegable que la inflación es, por estos días, una de las pocas sombras que encuentra el ya consolidado crecimiento económico de nuestro país. Una inflación que, según expertos, todavía de maneja a niveles razonables, pero que no deja de ser preocupante en vistas al futuro.
El 2005 cerró con una inflación anual del 12%, la más elevada desde el inicio del proceso de devaluación, a fines del 2001. Uno de los datos más curiosos de este fenómeno inflacionario es que los alimentos aumentaron más que el costo de vida, ya que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró un aumento del 12,3%, mientras que en el rubro alimentos el incremento fue del 15,6%.
Justamente, es este aumento en el costo de los alimentos lo que resulta más preocupante, ya sea para la población en general como también para el gobierno, que en estos días reinicia una ronda de reuniones con los más importantes supermercadistas, empresarios y productores del rubro con el fin de renovar o iniciar nuevos acuerdos de precios.
Los últimos datos indican que los alimentos que superaron el promedio de aumento de precios registrados en el 2005 son los productos lácteos, con un alza del 17,5% y las carnes, con un incremento del 26%. El sector lácteo es, de esta manera, uno de los principales objetivos del gobierno por estos días. Como medida inicial en su intento de lograr una baja en los precios de este sector alimenticio, el poder ejecutivo decidió postergar, por 20 días, la resolución 406 firmada por el ahora ex ministro de economía, Roberto Lavagna, la cual indicaba un incremento, en forma transitoria, de 5 al 15% las retenciones a las exportaciones de este sector.
La importancia de poder contar con una inflación a niveles controlados radica, fundamentalmente, en que el costo de los alimentos es uno de los parámetros fundamentales a la hora de determinar los índices de pobreza de un país. En uno como Argentina, con una pobreza cercana al 40%, un proceso inflacionario fuerte puede llegar a ser determinante para que más hogares empiecen a engrosar esta cifra. Siempre un aumento en los precios afecta, fundamentalmente, a las clases más bajas del escalafón social de un país. En estos sectores, el proceso de selección y discriminación de los productos a comprar va a estar centrado en artículos alimenticios y de primera necesidad, por lo que un aumento en sus precios hará que se vea afectada aún más su calidad de vida.
Por supuesto que la inflación afecta a todas las clases sociales, pero la forma y la gravedad de hacerlo varía notablemente según el sector socio económico. Así como en las clases bajas afecta, como se mencionó, a lo más mínimo e indispensable en lo referente a una calidad de vida óptima (alimentación y vestimenta, por ejemplo), en clases más altas el efecto se verá en productos importantes pero ya no tan indispensables o, directamente, en artículos de mayor sofisticación.
Se puede decir que, dentro del escalafón de una sociedad, se encuentran tres segmentos bien estratificados: clase alta, media y baja. La pertenencia a uno u otro segmento depende de múltiples variables pero, básicamente, se mueve de acuerdo a ingresos y participación en la distribución de la riqueza, vacaciones, propiedades, ahorro, usos de tarjetas, etc. La inflación va a golpear de manera diferente en cada uno de ellas, por lo que no estaría equivocado hablar de varios costos de vida en una misma sociedad según sean estos efectos.
Esta diferenciación social se ve, claramente, a la hora de establecer el mapa alimenticio de nuestro país. Argentina, uno de los principales productores de alimentos del mundo, mostró, desde siempre, una indudable debilidad por las carnes vacunas. Sin embargo, según un elevamiento realizado por la consultora Latín Pael, esto cambió en los últimos tiempos. Según esta encuesta, los platos más populares en la actualidad son: fideos con carnes -76,4% de los hogares-, milanesa con ensalada -55,5%- y bife con ensalada -49,9%-. Por supuesto que teniendo en cuenta que siempre hay que considerar factores culturales en este tipo de encuestas, cabe también preguntarse cómo afectó esta nueva estructura de precios en esta respuesta. El excesivo y sostenido aumento en el precio de la carne la pudo haber relegado, sin dudas, a manos de un alimento evidentemente mucho más económico; símbolo, desde siempre, de la alimentación de los sectores más pobres.
Si bien un 76% de preferencia indica algo más que un simple alimento de pobres -nos muestra un alimento más extendido socialmente- es evidente que el consumo de estos platos sí varía según sea el estrato social. Mientras que en los hogares de clase media y alta, la milanesa con ensalada está presente en 7 de cada 10 hogares durante la semana, en las clases bajas sólo se ve en 5 de cada 10. Lo mismo pasa con la ensalada propiamente dicha, presente en 1 de cada 3 platos semanales en 9 de cada 10 hogares de clase alta, pero vista sólo en 1 de cada 5 platos de clases bajas. Es evidente que esto facilita el consumo de alimentos de alta densidad calórica y que se ve, principalmente, en los sectores más bajos. Este es un ejemplo muy básico de cómo un golpe inflacionario afecta de manera diferencial a cada estrato social de nuestro país. Una subida de precios hace que algo tan básico y fundamental como lo es una buena alimentación se vea en peligro en los sectores más marginados, mientras que esto no es tan evidente en sectores medios y altos. Ya en estos niveles, la inflación influirá en otro tipo de productos y, por lo tanto, de consumo. Es, por eso, que sería apropiado hablar de diferentes costos de vida, adecuados a cada estrato social y a cómo el consumo diario de cada sector se ve afectado por un proceso de inflación tan evidente como el que estamos viviendo actualmente.
Si bien los sectores más altos parecen ser los más alejados de los efectos de la inflación en nuestro país, éste no es indiferente a otros niveles socioeconómicos como, por ejemplo, la clase media. Hay que aclarar que este sector fue uno de los más golpeados, sino el más, por la crisis del 2001 y, si bien se encuentra en recuperación, una subida constante de precios podría poner esta reactivación en serio riesgo. Es por esto que el equipo económico está considerando conformar una nueva canasta de 500 productos -la actual sólo reúne 230- con la intención de mantener los precios congelados por el plazo de, al menos, 3 meses. Para esto, el presidente Kirchner está manteniendo reuniones con Alfredo Coto, dueño de la principal cadena de supermercados de nuestro país, y con directivos de empresas como, por ejemplo, Arcor, Quickfood, Molinos Río de la Plata y Mastellone Hnos. Un acuerdo de precios con este tipo de marcas favorece, sin dudas -y siempre que sean efectivos- a la clase media, más dispuesta a consumir productos lideres. Para llegar también a sectores más bajos, sin dudas los más afectado por el aumento del costo de vida, se espera una especie de «efecto rebote» en marcas de segunda y tercera línea, es decir, que éstas acompañen la baja de precios de la marca líder en su rubro para no perder mercado.
Lograr acuerdos de precios con diferentes sectores del la industria alimenticia (aunque también se agregarían medicamentos) aparece como un objetivo central en la mente del gobierno en lo que a inflación respecta sobretodo, teniendo en cuenta, que las proyecciones para el 2006 la ubican con valores entre el 8 y el 11%.
Es importante aclarar también que el futuro que tenga la inflación a lo largo de todo este año dependerá, además, de la forma que asuman los reclamos salariales que, se prevé, aparecerán de la mano de Hugo Moyano y la CGT. Si éstos logran ser efectivos sería prácticamente imposible detener otro rebrote inflacionario.
El gobierno arregló con el sindicalista, en los últimos días, una merma en estos reclamos hasta marzo, aunque Moyano amenazó, en las últimas horas, con reiniciar diferentes tipos de protestas.
Evidentemente, la lucha contra la inflación no es algo sencillo y se trata, sin dudas, de un plan que debe incluir medidas concretas y efectivas pero, también, un serio compromiso por partes de los diferentes actores del sistema económico. En el rubro lácteo, desde que las retenciones subieron del 5 al 15%, el litro de leche en tambo bajó 6%, mientras que el sachet en góndola subió 10,4… Por eso, además de eficiencia y eficacia, es necesario, contra este mal que afecta a todo sistema económico, un compromiso de la Argentina en general.
Salomé Zamora