Desempleo y trabajo en negro: dos grandes cuentas pendientes (parte 2)
Como se mencionó en el informe anterior, tanto el desempleo como el trabajo en negro se presentan aún como dos grandes cuentas pendientes del crecimiento económico. El servicio doméstico es el más afectado por el trabajo no legalizado, lo que hace que no tengan derechos laborales básicos. Un plan de medidas acertadas es fundamental a la hora de mejorar la actividad laboral en Argentina.
Como bien se ha dicho en el enfoque anterior, no quedan dudas que, tanto el desempleo como el trabajo en negro son las dos grandes problemáticas que aún el sostenido crecimiento económico que experimenta Argentina no ha podido resolver.
En lo que se refiere al desempleo, la necesidad de aplicar medidas intensas en los sectores correctos es imperial. Sin dudas, a la hora de crear fuentes de trabajo es imperioso apuntar a las PYMES, formadoras del 70% del trabajo en nuestro país. Ubicarlas como protagonistas de un proceso de reactivación laboral aparece como prioritario ya que, además, son las que agrupan a mano de obra menos calificada, registran mayor cantidad de trabajo no registrado y abonan suelos más bajos. Reflexionar sobre el marco jurídico que actualmente regula la actividad laboral es otro de los pasos necesarios en la lucha contra la desocupación.
Altamente relacionado con el desempleo está el alto nivel de trabajo en negro que también se ve en nuestro país. Con cifras que llegan hasta el 46%, el trabajo no registrado es otro mal que afecta desde las condiciones laborales hasta la calidad de vida del trabajador. Sin embargo, ningún sector social está tan afectado por esto como el sector doméstico. Con cifras cercanas al 98%, las empleadas domésticas son las que más sufren las consecuencias de tener un trabajo no blanqueado.
El panorama es, de por sí, negro. Se estima que muy pocos empleadores cumplen con normas básicas y llegan a no contemplar cuestiones primordiales como la maternidad o los accidentes de trabajo. Empeora aún más esta situación la cantidad de personas afectadas por esto ya que, se estima, el servicio doméstico es la principal fuente de trabajo para mujeres de bajos recursos y escasa formación. Según datos proporcionados por el INDEC, en los principales centros urbanos del país se registran los siguientes indicadores: el servicio doméstico representa el 17% del empleo femenino total, pero esta cifra aumenta en aquellas mujeres que no terminaron la educación media, llegando al 32%; el 28% de las mujeres son jefas de hogar pero, en el caso del servicio doméstico, el porcentaje llega al 34; por último, el 46% de las trabajadoras domésticas son pobres.
Como se dijo anteriormente, el porcentaje de trabajadoras domésticas en negro es casi total. A nivel nacional, se puede ver un promedio de casi 94%, pero en algunos lugares del interior del país como, por ejemplo, Tucumán, el empleo en negro llega casi al 99%.
Tal como ocurre en los planes anti desocupación de nuestro país, las medidas aplicadas con el fin de lograr el blanqueo del sistema doméstico son sólo parciales. Esto se ve claramente en la exención del impuesto a las ganancias para los contribuyentes que regularicen a sus empleadas domésticas, norma que ya fue aprobada por el Congreso. El problema de esta medida radica en el alcance que puede llegar a tener ya que, según el INDEC, la cantidad de hogares que paga impuesto a las ganancias no supera el 5%, por lo tanto, aún en el caso de una adhesión total a la normativa, la cantidad de trabajadoras beneficiadas no superarían la tercera parte del total del campo laboral.
Por supuesto que, al tratarse de una actividad no legalizada, existe un vacío jurídico importante que hace que ciertos beneficios laborales -muy extendidos a otros sectores- queden relegados. De esta forma, derechos como la licencia por maternidad, asignaciones familiares y siniestralidad laboral -a pesar de que los riesgos de sufrir algún accidente o enfermedad laboral es mayor que en otras actividades- quedan en manos del empleador.
Si bien es verdad que la Ley de Riesgos de Trabajo contempla la incorporación del servicio doméstico, ésta aún no hay sido reglamentada por el Poder Ejecutivo, por lo tanto, no se encuentra en vigencia actualmente.
Incluso dentro del estatuto de la actividad se perciben determinadas normativas que dejan entrever una posición cierta de desventaja en relación con otras trabajadoras. Un ejemplo claro de esto es el del despido, hecho para el cual el estatuto establece una indemnización menor con respecto a la de otros trabajadores Además, tampoco poseen acceso al seguro del desempleo.
Al igual que lo que ocurre con los empleos en empresas medianas y pequeñas, se trata mayoritariamente de puestos laborales que requieren una baja formación, y los empleadores cuentan con una capacidad administrativa y financiera débil y dispersa.
Es evidente que el trabajo en negro es un problema serio y real en la estructura laboral de nuestro país. El sector de las empleadas domésticas es el más afectado, con valores que se acercan a lo bochornoso y con consecuencias graves, tanto a nivel laboral como social. Lograr avanzar hacia un estatuto menos discriminatorio de las fuerzas laborales de baja formación, una sociedad menos fragmentada y un cambio de mentalidad a nivel general es fundamental a la hora de combatir un problema con férreas bases sociales.
Salomé Zamora