El derecho de sentirse protegido (Parte 3)
Alemania cuenta, según lo advierten distintos especialistas del área laboral, con un modelo de seguro de trabajo realmente imitable, donde el asegurado se convierte en protagonista y encuentra cobertura tanto a nivel económico como también social. La drástica reducción de sus tasas de siniestralidad, a pesar de sus altos niveles de productividad, lo convierte en el esquema más exitoso del mundo.
Es evidente que la accidentología laboral se ha convertido en un tema que ha logrado incidir de manera notoria en la preocupación de muchos de los sectores de la cadena de trabajo tanto a nivel nacional como también internacional. Si bien muchos especialistas se empeñan en asegurar que el aumento en el porcentaje de siniestralidad que se está observando en muchos países corresponde exclusivamente al incremento en el grado de productividad que registra gran parte de la economía a nivel mundial, también es cierto que existen ejemplos que desmienten enfáticamente esta relación que une a la producción con los accidentes laborales. Como se ha mencionado en ocasiones anteriores, Alemania es un país que se muestra como una excepción a esta especie de regla impuesta por determinados sectores del área financiera y gubernamental.
Sin dudas, este país integrante del G-7 y consolidado desde hace tiempo como la economía más fuerte del continente europeo se erige frente al mundo como una de las potencias más importantes. Más allá de su tasa de desempleo, que se muestra sorpresivamente alta en comparación a su poder industrial, se trata de un país económica y financieramente fuerte que cuenta con niveles de producción e industrialización incuestionablemente altos. Sin embargo, los accidentes o enfermedades de origen laboral se redujeron, desde el año 1980, un 64%, mientras que la mortalidad a causa de los mismos mostró un descenso del 70%. A la hora de hallar las causas de estas impresionantes y envidiables estadísticas, muchos especialistas en seguridad laboral apuntan al modelo de seguro de trabajo desarrollado en ese país como la principal explicación de una realidad admirable y, evidentemente, muy lejana a la que nuestro país presenta.
En términos generales, se puede decir que se trata de un esquema complejo y abarcativo, que logra interrelacionar de manera eficaz elementos económicos y sociales. Su concepción, basada en el lema “prevención antes que rehabilitación y rehabilitación antes que indemnización” apunta, evidentemente, a la prevención como el arma principal a la hora de detener una problemática que, en otras partes del mundo, está instalada en forma de tendencia. Apuntar a un mal menor como estrategia para lograr evitar uno de mayor complejidad aparece como uno de los factores que más inciden en el éxito de este modelo.
En Alemania, el seguro de trabajo es obligatorio desde el año 1884. Su rango de cobertura es amplio, e incluye a: asalariados, aprendices, agricultores, niños en guarderías infantiles, alumnos, estudiantes, trabajadores de rescate para defensa civil y casos de catástrofe y donadores de sangre y de órganos, y se hace expansivo tanto a sus cónyuges como al trayecto que une el domicilio del asegurado con el lugar donde desarrollan sus actividades. Su fuente de financiamiento se centra en el nivel empresarial y en los autoasegurados como pueden ser, por ejemplo, autónomos y profesiones del tipo free lance, mientras que el sector agrícola cuenta con el subsidio del Estado. A su vez, la administración se encuentra en manos de mutualidades laborales agrícolas y profesionales como así también de organismos de seguros de accidentes del sector público.
Más allá de esto, es indudable que el aspecto más sobresaliente y distintivo de este modelo es la instalación de las denominadas Berufsgenossenchaften –Corporativas para la prevención y el seguro de accidentes laborales-, sin dudas, el principal órgano de control y prevención con el que cuenta el esquema alemán. Están divididas en 22 ramas que abarcan a distintos sectores de la industria, llegando a asegurar a 42 millones de empleados y a operar con 3 millones de empresas. Sus funciones básicas giran en torno a la prevención de accidentes, investigación de los motivos de los mismos, servicio de primeros auxilios de calidad y disminución de los daños causados. Como se vio, el rol que se le asigna a la prevención como factor determinante en la lucha contra la siniestralidad laboral es realmente alto, al punto de convertirlo en la base del sistema. A raíz de esto, las medidas previstas para lograr tareas preventivas eficaces son múltiples, aunque se destacan el asesoramiento y la supervisión, la formación profesional, las mediciones realizadas en los diferentes lugares de trabajo, investigación de factores dañinos para la salud y chequeos preventivos en medicina profesional.
Evidentemente, el énfasis que este esquema de seguro laboral vierte en todo lo referente a prevención es el arma principal que logró aniquilar a un problema que repercute tanto a nivel social como también económico. En caso de que el accidente efectivamente se haya llegado a consumar, el objetivo se renueva para intentar una rehabilitación efectiva que sortee el reclamo indemnizatorio. Con este objetivo, el sistema asegurador alemán establece una serie de prestaciones y de servicios que logran diferenciarlo notablemente de otros aplicados en distintas partes del mundo. El tratamiento médico –que establece la cobertura económica y humana total del asegurado-, prestaciones que faciliten la reincorporación del asegurado tanto en la vida profesional como en la social, ayuda económica y otras prestaciones complementarias son medidas que intentan, evidentemente, una cobertura de excelencia, tanto a niveles médicos como psicológicos, sociales y económicos.
Sin dudas, Alemania ha logrado edificar un modelo de aseguramiento laboral realmente imitable, cuyos resultados relucen en los datos estadísticos que se recogen desde hace ya 25 años. Una reducción del 64% en la cantidad de accidentes laborales y una disminución del 70% en la mortalidad de los mismos se transforman en el ejemplo más gráfico de cómo el prevenir es siempre mejor que el curar. Más allá de la industrialización y de las tecnologías, es innegable que la prevención es siempre el mejor antídoto frente a un fenómeno preocupante y siempre repudiable.
Salomé Zamora