El mundo y la crisis del más poderoso
La caída en varias bolsas de los principales mercados financieros del mundo representa un espejo de una crisis que amenaza con expandirse. La situación interna de Estados Unidos y el precio del petróleo son algunas de las causas de un fenómeno que nuestro país está en condiciones de enfrentar con un buen grado de solidez.
El mundo financiero observa como, desde hace un par de meses, una importante cantidad de bolsas internacionales presentan una caída alarmante en sus índices de operaciones. El fenómeno, que genera una alta preocupación en los analistas económicos, puede ser interpretado como una consecuencia más de la alta inestabilidad que caracteriza actualmente a la economía mundial.
La situación interna de Estados Unidos y el alza registrada en el valor del petróleo son algunos de los factores que más influyen en este desequilibrio que está sembrando alarma y polémica en gran parte del planeta.
Los datos registrados hace tan sólo 20 días son más que claros: el Eurostoxx 50 – que agrupa a los principales países de la zona del Euro- bajó alrededor de un 2%, Malasia bajó un 1,43%, Taiwán descendió un 1,64%, Manila un 1,82%, Singapur un 1,93% e Indonesia un 2,87%. De esta manera, las bolsas europeas alcanzaron la caída más fuerte de los últimos 6 meses, mientras que Japón alcanzó el descenso más importante desde los atentados del 2001 en Estados Unidos, llegando a los 614141 puntos del índice Nikkei.
Sin dudas, Estados Unidos aparece como la principal razón de este desequilibrio que amenaza con convertirse en crisis. La elevada inflación que se registra en ese país, que en este año ya llegó al 5%, amenaza con provocar un aumento en las tasas de interés, lo que generaría una fuga de capitales hacia la banca norteamericana y, también, cierto estancamiento en la tasa de crecimiento.
No quedan dudas que el proceso inflacionario se trata de un tema complejo, que genera desequilibrios y para lo cual es muy complicado alcanzar una solución que logre contemplar una baja en el costo de vida sin alterar los niveles de demanda. Este dilema no lo enfrenta sólo nuestro país, sino que también lo hace el sistema internacional. Si bien ahora el mundo económico concentra su atención en la inflación en Estados Unidos y en los efectos que las medidas antiinflacionarios puedan llegar a tener en la tasa de desarrollo, hay que decir que este aumento de precios es consecuencia directa del período de crecimiento que están viviendo, desde hace dos años, tanto las economías de los países centrales como de los emergentes.
El gran problema que generaría un aumento en las tasas de interés es que llegaría a repercutir en la demanda, provocando un proceso de desaceleramiento de la economía. Si bien se logra contener la inflación, las consecuencias que acarrea son más graves y abarca a aspectos múltiples de cualquier sistema económico. Por ese motivo, un foco inflacionario en la principal economía del mundo genera un contexto de dudas e incertidumbre que termina afectando a los mercados de diferentes partes del mundo.
Por otro lado, el valor que presenta el petróleo se ha convertido en un factor de alta influencia en el actual escenario financiero. Desde hace un tiempo está siendo cotizado con valores elevados, lo que genera problemas de inflación en aquellos países importadores y consumidores del producto. Estados Unidos es el primer consumidor de petróleo a nivel mundial, por lo que un alza en el valor internacional del crudo repercute tanto a nivel productivo como doméstico. Esto, sin dudas, es un factor que incide en el índice de inflación de EEUU, incrementando de esta manera la inestabilidad tanto en el país del norte como en prácticamente todo el planeta.
Varias son las razones por las cuales el precio del petróleo sufrió modificaciones importantes en los últimos tiempos. Los conflictos internos de algunos países claves para su producción como, por ejemplo, Nigeria, Irán e Irak, sumados a factores climáticos como el comienzo de la temporada de huracanes, son factores que inciden notoriamente en su valor.
Argentina, a diferencia de lo que ocurría hace apenas algunos años, se encuentra en condiciones sólidas como para enfrentar un escenario de inestabilidad. La política fiscal y de acumulación de reservas que lleva adelante el Banco Central se consolida como un recurso efectivo a la hora de reducir los efectos que algún tipo de crisis financiera internacional pueda llegar a tener en nuestro país. El superávit fiscal que presenta la balanza comercial argentina ha permitido que se pueda saldar la deuda que el país mantenía con algunos organismos internacionales de crédito como, por ejemplo, el FMI, lo que ha hecho que el país esté en una posición de mayor independencia y con mayores posibilidades de manejar su propia política económica. Además, las reservas acumuladas permiten un mejor manejo sobre el tipo de cambio y el valor del dólar, por lo que se puede realizar un seguimiento más cercano sobre el nivel de precios y, por ende, la irrupción de algún foco inflacionario. Si bien resulta inevitable esperar secuelas locales en una economía basada en la globalización, los especialitas afirman que el país se encuentra coyunturalmente más afianzado que otros a la hora de enfrentar a este fenómeno que amenaza con expandirse en pocos meses.
El mundo se encuentra atravesando un período de crisis cuyo peligro se sustenta en la incertidumbre que proviene de Estados Unidos, la principal potencia del planeta. Sin dudas, una nueva tormenta que debe atravesar un sistema económico que cada día aparece como más cuestionado.
Salomé Zamora