La mirada política de un país bajo los efectos del renacer económico
La división Asset Management del Banco Itaú organizó, el pasado miércoles, un desayuno de actualización profesional en el cual se debatió sobre la actualidad política y financiera de Argentina. Con la presencia de Rosendo Fraga, el encuentro brindó una mirada profunda sobre el presente de un país que se encuentra bajo los efectos de una insospechada recuperación económica.
El pasado miércoles 23 se desarrolló, en el Yacht Club de Puerto Madero, un desayuno de actualización profesional organizado por la división Asset Management del Banco Itaú, destinado a debatir sobre la actualidad económica y el contexto político de nuestro país. El análisis de la macroeconomía –nacional e internacional- y la descripción de los principales rasgos del gobierno de Néstor Kirchner fueron los ejes centrales de un encuentro que contó con la presencia del analista Rosendo Fraga como figura principal.
La economía argentina viene atravesando, desde el año 2003, una etapa de fuerte reactivación e impulso. En base a estrategias como un tipo de cambio alto y un superávit fiscal adecuado, varios sectores del sector productivo muestran en estos últimos tres años estadísticas que reflejan un crecimiento sostenido. Sólo el aumento en el índice de inflación y algunas dudas sobre el nivel de inversiones aparecen como cuestionamientos públicos al actual modelo económico. Con una gestión económica a primera vista exitosa, los principales debates que se originan en la era K se relacionan más con aspectos políticos, en los que la formación y acumulación de poder y el posicionamiento ideológico del país en el contexto internacional aparecen como los más importantes.
Debido a la intensa e innegable relación entre política y economía, resulta útil caracterizar el actual momento político del país como preludio de un análisis económico más integral. Si bien en muchas oportunidades el campo económico parece subordinar a la acción política, a lo largo de la presidencia de Kirchner se vio cómo una buena transición económica dio lugar a un escenario político marcado por la concentración de poder y la expansión de su figura a nivel nacional. Según Rosendo Fraga, “Argentina está pasando de un régimen presidencialista a uno hiperpresidencialista”, sustentado en una débil división de poderes, el agotamiento del modelo clásico de los partidos políticos y la trasnversalidad de las ideologías. La marcha de la economía provoca un optimismo generalizado que hace que este tipo de hechos queden relegados a un segundo plano. “Esto no genera ningún costo político ni afecta la toma de decisiones económicas”, detalla.
Según Fraga, existen en la actual gestión presidencial varios factores que, visto desde una óptica ciudadana, generan miedos e incertidumbres. El éxito económico ha dibujado un país diferente al que se vivía hace tan sólo unos años atrás, provocando cambios y transiciones que repercuten en el mapa político. Actualmente, la política argentina se ha “territorializado”, concepto que utiliza Fraga para describir el debilitamiento que está sufriendo la noción tradicional de partido político. “El radicalismo no tiene poder de voto y el peronismo es una fuerza política, no un partido”, analiza.
A esto hay que agregar el proceso de tranversalización que están atravesando las ideologías que identificaban a cada agrupación política. Lavagna, por ejemplo, considerado como una alternativa más ortodoxa que la que representa Kirchner, encuentra un apoyo importante en las fuerzas de izquierda, mientras que el Presidente ha logrado últimamente consensos en ex gobernadores menemistas, rival por excelencia del actual gobierno.
Lavagna es, según la óptica de Fraga, una opción política generada en los medios de comunicación como consecuencia de la tirante relación del Presidente con la prensa. “Lavagna aparece como alternativa política por los medios”, opina. De todas formas, más allá del nacimiento o consolidación de las diferentes opciones del arco político argentino, el analista calcula un 80% de posibilidades de que Kirchner sea reelecto en el próximo año.
En cuanto al posicionamiento del país dentro del bloque latinoamericano, Fraga ubica a Kirchner en una posición intermedia entre lo que propone el modelo brasileño y lo que pregona el venezolano. De todas formas, la alianza que Argentina mantiene con Venezuela aparenta ser más fuerte que la que la que la une con Brasil. “Kirchner está en el medio de Chávez y Lula, aunque el péndulo está más cerca de Chávez”, opina. Las claves para entender esta simpatía entre los dos mandatarios se centran en tres puntos claves: energía, finanzas y el escaso costo político interno que genera esta alianza. Más allá de las dudas y las resistencias que puede llegar a generar esta alineación político-económica, Fraga destaca que los costos internos son prácticamente nulos, y que no conforman un factor determinante en la toma de las grandes decisiones económicas. Debido a que Latinoamérica está atravesando un proceso de crecimiento y expansión económica, el debate político se está anteponiendo en muchas oportunidades al económico. Esto queda demostrado en el rol de Chile en la región, país que más allá de ser considerado un modelo por su reactivación económica, aún no logra consolidarse como una alternativa política a seguir. Según Fraga, “Chile tiene un buen marketing económico, pero ningún candidato de la región hace campaña tomándolo como modelo”.
Si bien la coyuntura política se ha impuesto debido al optimismo que genera el actual modelo económico, Fraga advierte que a lo largo de esta última década y media se han formado una serie de fenómenos que amenazan con convertirse en vicios constantes del tejido social de nuestro país. Más allá de las mejoras que se pueden advertir en la esfera social, las estadísticas indican que el 48% de los menores argentinos se encuentran bajo la línea de pobreza, lo que consolida un fuerte problema de pobreza estructural. Esto genera que se esté formando una generación en la cual la mitad de las personas carecerán de necesidades básicas como educación y salud –debido a la baja calidad de la alimentación-, lo que produce mano de obra de baja calificación y serias consecuencias a nivel productivo, debido a que la profundización de las exigencias requeridas por los parámetros internacionales de producción no van a poder ser cubiertas. La baja remuneración que reportan estas actividades genera, a su vez, una depreciación en la calidad del nivel de vida, formando así un círculo cuya salida responderá sólo a medidas integrales y efectivas destinadas a la erradicación del problema. Si bien los índices de pobreza e indigencia se han reducido, en estos últimos tres años, más de 20 puntos, “desde hace tiempo no logran bajar del 30%”, indica Fraga.
Por lo tanto, si bien los datos que entrega la macroeconomía generan optimismo y tranquilidad en los sectores productivos y financieros de nuestro país, el escenario político presenta algunas señales que siembran alarma y preocupación en los analistas. “El que mira el país con mirada ciudadana tiene mucho por qué preocuparse, pero el que la mira con óptica económica encuentra muchas oportunidades”, opina Fraga. De todas formas, el rumbo económico parece determinar el futuro de un país en el cual la esencia de la política parece ser cosa de un remoto y lejano pasado.
Salomé Zamora