La pujante realidad de la principal industria nacional

Por segurosaldia.com octubre 4, 2006 19:22

La actividad agroindustrial representa uno de los sectores productivos más importantes del país y, desde la caída de la convertibilidad a principios del 2002, cosecha buenos márgenes de rentabilidad. La implementación del actual tipo de cambio, la formación de un nuevo contexto geopolítico, la calidad de los productos y la constante renovación de los perfiles de los usuarios son los principales factores que influyen en la reactivación de la producción agropecuaria.

El sector agropecuario se ha convertido en una de las actividades que mayor impulso y crecimiento ha experimentado desde la instalación, a principios del 2002, de una política monetaria basada en la caída de la convertibilidad y la fijación de un nuevo tipo de cambio. Luego de una década en la cual se privilegió la concepción de un país importador por sobre uno de características exportadoras, el aparato productivo argentino atraviesa en los últimos cuatro años un importante poder de reactivación gracias a que varias industrias estratégicas hallaron en el actual valor del dólar nuevas oportunidades de expansión. El fortalecimiento de la capacidad exportadora y del proceso de sustitución de importaciones genera un margen de rentabilidad que provoca una solidez cada vez mayor en los círculos productivos relacionados con el agro y la industria nacional, lo que contribuye a la instalación de nuevos desafíos y una complejización creciente de los contextos. La comprensión de las problemáticas contemporáneas y el diseño de una estrategia que involucre el análisis y el tratamiento de las principales variables del sistema es una de las exigencias más fuertes que impone esta nueva realidad del sector agropecuario.
Los motivos que explican el impulso de la actividad del agro son múltiples y variados, e incluyen aspectos tanto internos como externos. La aplicación de una política económica basada en un tipo de cambio alto, acumulación de reservas y superávit fiscal se complementa con un contexto internacional sumamente favorable a los intereses argentinos, sobre todo por el elevado nivel de demanda de productos que se producen en nuestro país, el nacimiento de nuevos mercados de carácter importador –entre los que se destacan China e India- y el nacimiento de nuevas sociedades que presentan características demográficas, sociales y culturales diferentes a las de hace algunos años y que repercuten en el seno de la actividad agropecuaria.
Miguel Campos –Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación- afirmó, en la 3 Jornada Anual de Agronegocios desarrollada el vienes 29 en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que el ciclo de crecimiento económico sostenido que está viviendo el país desde el segundo semestre del año 2002 es el más extenso de la historia argentina, hecho que provocó el rediseño de la actividad industrial, la reinstalación de sus procesos y la reinserción internacional de la industria agropecuaria. Si bien factores relacionados con conflictos geopolíticos y el nacimiento de un nuevo mercado internacional basado en el surgimiento de una serie de economías alternativas a las más tradicionales representan una buena oportunidad comercial para los productos argentinos, algunos cambios radicales experimentados por los diferentes públicos y grupos de consumo instalan una serie de exigencias y nuevas oportunidades para el sector. “Esta exigencia en la calidad y la satisfacción en los productos se ve incentivada también por el nacimiento de un nuevo usuario en los países desarrollados y subdesarrollados. Esto impone un gran desafío pero también una fuerte oportunidad, ya que hay que adaptar los productos a esta demanda”, afirma Campos.
La consolidación del proceso de globalización impuso una serie de variantes en cuanto a la transmisión de la información, que se caracteriza actualmente por un alto grado de instantaneidad y por la multiplicación de canales. Esto produjo el nacimiento de un nuevo usuario, de características más exigentes, preocupado por el accionar de la empresa –tanto social como económico-, por el manejo de los recursos humanos y por la calidad de la producción. El fuerte valor agregado que caracteriza internacionalmente a los productos argentinos abre nuevos horizontes y mercados para la industria agropecuaria, lo que permite obtener fuertes márgenes de rentabilidad para la actividad, construir un superávit fiscal fuerte que ayude a implementar la actual política económica nacional y abrir perspectivas favorables para ambas.
El campo es el sector productivo más tradicional de nuestro país. Desde el desarrollo del modelo agro exportador a fines de siglo XIX, la industria agropecuaria se ha convertido en la principal ventaja comparativa del país, imponiendo valor agregado a su comercio exterior e instalándola casi como uno de sus principales símbolos culturales. Según Campos “el sector primario representa el 65% de la producción agroindustrial”, lo que refuerza su rol de país líder en producción y comercialización de productos agrícolas primarios y manufactureros.
La potencialidad que ostenta este sector lo impuso como un factor fundamental en el diseño y desarrollo de la economía nacional, por lo que se apunta a la mejoría constante de sus principales elementos y al posicionamiento efectivo de su producción. Por esta razón, el diseño de la política agroindustrial del país está basado en cuatro ejes principales, los cuales apuntan a lograr niveles de excelencia tanto en los productos como en los servicios. Según Campos, esta política apunta al “desarrollo del interior a través de lo rural; inserción internacional y promoción de las exportaciones; sanidad, calidad e inocuidad de los alimentos y preservación de los recursos pesqueros e institucionalidad”.
A pesar de que la oferta de productos que Argentina está en condiciones de producir es amplia y variada, en los últimos años se ha producido una cosecha importante de soja que ha colocado al país como el principal exportador de este alimento a nivel mundial e instaló una tendencia al monocultivo que está generando fuertes polémicas entre los productores debido al grado de erosión y desgaste que produce en el suelo. Según Gustavo Oliverio –Director de la Fundación Producir Conservando- para lograr un sistema de producción sustentable es imprescindible recurrir a la rotación de cultivos, ya que permite conservar los recursos y promover el cuidado del medio ambiente. Actualmente, la mayor parte de la superficie sembrada corresponde al cultivo de los oleaginosos, al trigo y a los forrajeros, aunque en estos dos últimos la tasa de crecimiento fue menor. De todas formas, el mercado internacional demanda una amplia variedad de productos, por lo que muchos especialistas están empezando a tomar el concepto de rotación de cultivos como un medio para lograr un sistema de producción más sustentable sin que esto implique perder los actuales márgenes de rentabilidad.
El crecimiento de la actividad agropecuaria argentina es reconocida tanto en el ámbito regional como en el intercontinental, y presenta una solidez que la ha llevado superar a algunos factores limitantes del crecimiento como, por ejemplo, el desarrollo de la economía mundial y la implementación, por parte de algunos países desarrollados, de políticas de subsidios y proteccionismo.
Si bien la aplicación, por parte del Gobierno, de medidas como las retenciones y los cupos a las exportaciones generó malestar entre los empresarios del sector, el nivel y la calidad de la producción y la diversificación de los mercados de consumo instalan buenos márgenes de rentabilidad y óptimas proyecciones a futuro.
El nuevo mapa geopolítico, las importantes ventajas comparativas de la producción agroindustrial argentina y la comprensión de los nuevos contextos económicos y sociales aparecen como los principales desafíos a la hora de mantener la sustentabilidad y la solidez de la principal industria de nuestro país.

Salomé Zamora

Por segurosaldia.com octubre 4, 2006 19:22