Los abogados y los dilemas profesionales
Durante el transcurso de nuestra profesión somos conscientes que “perder” un cliente es perder una fuente de ingresos más aún teniendo en cuenta que cada vez somos mas los profesionales que trabajamos al servicio de la justicia, pero ¿cuál es el costo que estamos dispuestos a pagar para mantenerlo? La ética y el buen ejercicio de la profesión deben siempre ir de la mano, pues un cliente que se sienta agraviado puede resultar en un problema mayor ante el colegio correspondiente…
En Estados Unidos se realizo un relevo a fin de conocer porque ciertos médicos recibían más denuncias por mala praxis que otros; para ello se implemento un estudio comparativo entre dos consultorios. Uno recibía muchísimas denuncias, en cambio el otro un porcentaje casi ínfimo.
Una de las conclusiones mas importantes a las que se arribo fue que los pacientes encuestados que referían quejas sobre los galenos comentaban no haberse sentido conforme con el tiempo que el galeno les dedicaba en las consultas, notar a los profesionales desatentos, despreocupados incluso hasta desentendidos de sus problemas; ( curiosamente fue esta falta de atención y de tiempo dedicado lo que los incentivaba a realizar las quejas en lugar del problema clínico en si) en cambio los pacientes que concurrían a los consultorios menos denunciados referían sentirse muy bien atendidos en las consultas, y sentían que sus médicos realmente dedicaban mucho tiempo para escucharlos. ¿Cuál era el tiempo promedio que estos médicos dedicaban a los pacientes con relación a los denunciados? Entre 3 y 5 minutos.
Y ustedes se preguntaran que tiene esto que ver con los abogados; pues quizás al final de esta nota puedan ustedes arribar a la misma conclusión que yo.
El Licenciado Alberto Tassitano dicto un seminario para Contacto Profesional llamado Psicología para Abogados y cuando los asistentes fuimos consultados sobre los motivos de realización de dicho seminario, las respuestas terminaron siendo reiterativas y fiel reflejo de que todos (muy a pesar de desarrollarnos en ámbitos disímiles) teníamos los mismos planteos y necesidades. Nos costaba poder entender al cliente, plantear límites, sentirnos sobre pasados ante resoluciones desfavorables y hasta haber terminado en algún diván a causa de las exigencias de la profesión.
El cliente llega con muchísimas fantasías y pre conceptos mal adquiridos de su entorno, si no sabemos como manejar y desmitificar tales fantasías seremos depositarios de sus frustraciones cuando no consiga cumplir esa utopía a la que se aferra.
Para ello es necesaria una comunicación clara donde podamos escucharlo y con tranquilidad separar aquello que si hace a la cuestión de lo que son meros deseos imposibles de cumplir. Luego de ello es importante explicar que esta profesión solo puede estar relacionada con obligaciones de medio y no de resultado, por lo cual pondremos a su servicio todo nuestro conocimiento a fin de ayudarlo en la solución de su conflicto, solución que no podemos de ninguna manera garantizar.
Ya una vez asumido el compromiso con nuestro cliente, no debemos caer en el error de considerar cierto tipo de cosas como obvias e “investigar” la cuestión a fondo; solemos enfrascarnos en la soberbia de creer que todo lo vimos y encasillar cada caso en la materia que le corresponde.
Pero cada caso es único e irrepetible, como las partes que lo forman, ahí comienza el desafió de dejar de lado los pre conceptos de conocimientos para re andar el camino a través de la construcción que cada problema merece.
“Admitir que siempre nos queda algo por aprender no es dejarse caer, es aceptar que aun podemos seguir creciendo”.
Karina Janet Alves Grandal