SILENCIO COMPLICE

La actividad aseguradora ha observado siempre una actitud silenciosa. Es raro que alguien pueda recordar el haberse enterado por los diarios de problemas o situaciones que afectasen a esta actividad. Por el contrario, para aquellos que no pertenecen a este medio, el mismo es una “caja negra” de la que nadie conoce mucho. Pero cuando las circunstancias se convierten en inmanejables y el peligro que acecha a la comunidad económica argentina es importante, es imprescindible dejar de lado ese estilo y adoptar actitudes acordes a la gravedad del momento.

Salvo para unos pocos, parecería que nada estuviese ocurriendo en el mundo del seguro que pudiera preocupar a la comunidad nacional. La sensación es que todo esta “atado y bien atado”, que nada es preocupante y que los problemas pasajeros que se advierten se resolverán, como se resolvieron siempre, milagrosamente.
¿Quién está preocupado por el asegurado, que actualmente ha confiado la protección de sus bienes a compañías que han reasegurado en un INdeR insolvente? ¿No somos conscientes de que el hecho de continuar manteniendo bajo un manto de silencio cómplice esta situación nos hará responsables frente a la sociedad toda, por esta administración cuando menos temeraria, de los patrimonios que nos confiaron? ¿Quién cree que lo mejor que podemos hacer es tratar de llevar a cabo algunas pequeñas correcciones, de inventar algún nuevo impuesto para que podamos sostener esta ficticia situación en tiempo más? ¿Otra vez pediremos a la comunidad que pague un nuevo tributo destinado a solventar una sombra de reaseguro? ¿Es posible que las autoridades persistan, a pesar de expresar lo opuesto en todos los foros, en mantener vigente la Responsabilidad Civil limitada que provocó, provoca y provocará al reasegurador daños difíciles de cuantificar por la magnitud de los mismos?
Somos conscientes de que algunos cambios fundamentales deben efectuarse desde el Poder Legislativo, tales como la modificación de la Ley de Accidentes del Trabajo, pero se observa que aquellas medidas que son resorte exclusivo del Poder Ejecutivo tampoco se toman. Cuesta creer que alguien esté convencido de que esta actividad pueda realizarse sin un reaseguro solvente y confiable.
No es fácil entender a quienes proponen continuar con la cobertura de Responsabilidad Civil ilimitada con el solo propósito de originar con el cobro de primas algunos fondos para su ente.
¿No se advierte que no existe prima técnica que pueda responder a una responsabilidad ilimitada? ¿No se advierte que a través de esta cobertura se ha posibilitado un cúmulo de juicios que culminaron en sentencias que poco han tenido que ver con la verdadera justicia?
Todo este perfil de actividad silenciosa debe cambiar cuando es el asegurado el que está en juego. Es nuestra obligación como hombres del seguro manifestar a la comunidad entera cuál es nuestra realidad: que nadie nos pueda endilgar en un breve lapso nuestra responsabilidad por el silencio cómplice.
CARLOS ENRIQUE GRECO