FRAUDE: OJOS QUE NO VEN, RENTABILIDAD QUE SE PIERDE
En tiempos de crisis, ponerse los anteojos y agudizar la vista sobre la organización y funcionamiento de la compañía puede ser un recurso que sorprenda en cuanto a sumas de dinero que se fugan a espaldas de la Dirección de la compañía, y debido a sistemas deficientes de control. El fraude en el ramo asegurador es materia corriente y anualmente las compañías pierden sumas siderales por este concepto, estimándose que más del 10% de los siniestros que se pagan son falsos o exagerados. Sin embargo parte de la cuota de la prima ya contabiliza estas pérdidas trasladándose la “siniestralidad trucha” a los consumidores, quienes terminan pagando una prima mayor.
En USA se estima que el fraude de seguro les cuesta a los consumidores un promedio de u$s 1.000 por familia cada año en pagos adicionales y costos añadidos a los bienes de consumo.
No obstante la información en este campo abunda así como los esfuerzos de las compañías por combatir o minimizar este tipo de prácticas, aunque Argentina aun es terreno virgen respecto a tomar medidas por parte de las Aseguradoras en su conjunto.
En este sentido las tendencias en los países más avanzados apuntan a un mercado asegurador más unido donde las instituciones informan inmediatamente luego de cometido el fraude con la finalidad de crear una base de datos para que esta información esté disponible para todas las aseguradoras evitando que esta misma persona defraude a más compañías, o sea una especie de Veraz del sistema segurador. Además esto ayuda a conocer el modus operandi del defraudador, con la finalidad de crear estrategias para casos futuros.
A nivel institucional se sugiere la creación de un Equipo Antifraude de carácter sistémico, con unidades especiales compuestas por ex detectives y agentes de policía, médicos con experiencia en pericias, abogados expertos en este campo, etc. En este último sentido la compañía debe asegurarse de que este Equipo juegue de Local y no para el Visitante. Y aquí damos pié a un tema importante, el fraude cometido por los propios empleados, que sí es un tipo de fraude evitable.
Durmiendo con el enemigo
El fraude por parte de los empleados hacia las compañías donde trabajan ocurre más frecuentemente de lo que se cree, ya que tienen poca publicidad.
Existe una escala respecto a la gravedad de estos delitos, que van desde el reembolso de gastos falsos, sobornos, etc. hasta la verdadera creación de un negocio paralelo funcionando dentro de la compañía que a modo de “manzana podrida” va reclutando empleados para su propio servicio.
Estudios indican que normalmente este tipo de empleados no perciben que están cometiendo un delito y comúnmente lo justifican en la creencia de que su trabajo está infravalorado.
Como ejemplos, es “vox populi” el gran porcentaje de Gerentes de Compras que cobran “peaje” para aceptar a las empresas que ofrecen su servicio, así también empleados que piden un porcentual a los talleres por mandarles autos siniestrados.
Estos dos ejemplos anteriores si bien son prácticas desleales no afectan notablemente a la compañía. Pero existen casos donde el producto mismo que ofrece la compañía es el objeto de la malversación. En este sentido se ha dado el caso en una reconocida compañía donde un oficial de cuentas daba el alta contra siniestro cometido, jugando con las fechas y en complicidad con algunos productores de baja calaña que se quedaban con la recaudación mensual a cambio de una coima periódica.
También se han reportado casos en que se “ponen de acuerdo”, el supervisor de siniestros de automóviles con el gerente de la oficina consiguiendo restos de vehículos con sus facturas, los aseguraban, los llevaban al lugar del siniestro, les tomaban fotos, llenaban la declaración del siniestro, y finalmente cobraban el seguro, repitiendo esta operación varias veces.
Si analizamos estos dos últimos casos, el defalco afecta directamente las ganancias de la propia compañía que les da trabajo. Pero como se dice en la jerga “cuando el gato no está, los ratones bailan” y como en el tablero de ajedrez de nada sirve conservar la torre y los alfiles (empleados) si se deja al rey solo (producto).
Este tipo de prácticas no serían posible o al menos serian más engorrosas de realizar si existiera una sólida estructura piramidal de contralor cuyos máximos exponentes se destaquen por su confiabilidad, a la vez que la empresa debería contar con sistemas informáticos encriptados que no permitan por ejemplo cambiar una fecha.
Además seria conveniente un sistema de control (Equipo Antifraude ) que investigue más detalladamente cada siniestro incluyendo fecha de realización de la póliza complementado con un sistema estadístico que califique las actividades de los empleados ubicados en puestos estratégicos que puedan ser susceptibles a este tipo de delitos.
Como contrapartida la compañía debería optimizar sus salarios e incentivos, reinvirtiendo el dinero recuperado en mejorar la calidad institucional.
Nicolás Galarza
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