El ex-ministro de Economía Dr. Martín Lousteau participó como disertante en el Foro Nacional del Seguro, realizando un análisis macroeconómico de la situación mundial y local
A modo de introducción, el economista planteó la continuidad de la crisis financiera iniciada en 2008, ya que lo que estamos viviendo es solo una nueva fase de su ciclo, y por lo tanto se encuentra muy lejos de su resolución definitiva. Durante la primera oleada de crisis, los signos visibles repercutieron directamente sobre las empresas y el sector financiero, resultando en el proceso de rescates económicos de estos capitales privados desde la esfera pública. Sin embargo el proceso no se detuvo ahí, y el déficit de la estructura financiera avanzó sobre la «economía real», impactando directamente en los niveles de desempleo de los países más afectados. El problema, como puede inferirse, no se generó de un día al otro, sino que pueden rastrearse sus raíces para el caso europeo en la política monetaria que la adopción uniforme del euro forzó a muchos a seguir. Países en crisis, como Grecia, España, Portugal e Irlanda sufren desde hace años un grave desbalance entre su capacidad productiva y de exportación, respecto de la dependencia a las importaciones desde países con un respaldo monetario e industrial más fuerte, como en el caso de Alemania, la cual accede sin barreras de aduana ni de tipo de cambio a todos los mercados europeos. Esta misma debilidad económica es la causante de que estos mismos países en deuda paguen intereses de cerca del 25%, mientras que el otro gran deudor pero fuerte políticamente, los EE.UU., lo hagan al 2%.
Según el cálculo del Dr. Lousteau, hoy en día cada familia de estos países debería en promedio unos u$s 300.000 si se descargan los montos de deuda externa sobre los ciudadanos. Considerando estos factores, el panorama no revela una pronta salida del pozo recesivo. Por el contrario, alrededor del 40% del mundo se encuentra ya en esta situación de retracción económica, a lo cual se suma lo que el economista llama «crisis intergeneracional», la cual es la expresión de las contradicciones de una sociedad de consumo que lo ha prometido todo a los jóvenes, y que ahora no sólo no les permite acceder al bienestar acostumbrado, sino que tampoco tienen un lugar en el mundo laboral ni en la protección social.
Como una consecuencia no esperada del aislamiento económico y financiero de la Argentina, los impactos de esta crisis se sentirán en nuestro país indirectamente a través de nuestros canales de comercio. La soja, que hoy compensa el déficit de otros sectores, es a su vez protagonista de la revolución de los biocombustibles, y objeto de especulación por su rol de commodity, convirtiéndose en un valioso pero volátil sostén económico.
Por otro lado, las relaciones comerciales con Brasil, nos conectan también con la crisis mundial, dada la exposición que esta nueva potencia ha adquirido debido justamente a su desarollo económico basado en la exportación. La desaceleración general de la economía y las nuevas estrategias productivas a las que muchos países deberán volcarse, podrían llevar al país vecino a la adecuación de su moneda a un entorno más competitivo. En este caso, es decir, en un escenario de depreciación del real, la Argentina se vería seriamente afectada.
Finalmente, el canal financiero, dadas sus reducidas dimensiones, es la menos riesgosa de las vías de contagio de la crisis. El poco vínculo con el exterior de los capitales que conforman nuestra economía, el proceso de desendeudamiento llevado a cabo al término de la crisis de principios de década, además del reaprovechamiento de la capacidad industrial instalada, llevó al crecimiento en esos primeros años con poco costo inflacionario y al consiguiente refuerzo estructural que nos predispuso positivamente de cara a una crisis de estas características. El período iniciado en el año 2005 marcó sin embargo el cambio de tendencia, debido al alcance del tope en la producción industrial posible, derivando en el inicio de la tendencia inflacionaria tal como ha llegado al día de hoy. Es en este mismo año que se produce una caída del precio de la soja, no pudiendo ser compensados los déficits en otras áreas del gasto público.
Si bien en este momento el Dr. Lousteau no considera que nos encontremos en una zona de riesgo, hay una serie de factores sobre los cuales considera importante poner atención: el gasto público actual alcanza los $75 millones, pero está siendo volcado en subsidios que mientras es cierto que movilizan el consumo interno, éste no es del tipo que genera fortalecimiento a largo plazo, sino que se trata de un dinero que se «quema» en consumo de tipo minorista. El problema de la falta de ahorro se ve acompañado además por la pérdida de competitividad, y una cuenta corriente de tipo deficitaria en los últimos años.
A futuro, los ajustes necesarios provendrían de las decisiones políticas con impacto económico, y en vistas del contexto electoral, la incertidumbre pasará únicamente por la conformación del nuevo Gabinete para el actual gobierno.
Algunas claves:
EE.UU.: Usará su poder de libre emisión cuando el mercado se lo permita
Barack Obama: Presionado por el llamado «tea party» de derecha, intenta sostener un debilitado liderazgo a través de decisiones económicas de mucha repercusión mediática pero de poco impacto real.
Zona del euro: Varias posibilidades de salida de la crisis, ninguna practicable sin romper la hegemonía del euro: ¿emisión de cuasimonedas?, ¿división de Europa en dos zonas del euro?, ¿emisión del BCE?
Dólar: Seguirá siendo la moneda de respaldo por mucho tiempo. Las reservas en todo el mundo son en dólares.
Inversiones en el país: «si diéramos las señales adecuadas habría un flujo de inversión enorme». Una proyección de crecimiento moderado pero sostenido en el largo plazo genera más confianza y por lo tanto más puestos de trabajo que una acelerada pero de a saltos.
Corrupción: Hay en todas partes y es un problema moral. Comienza a ser realmente nociva cuando el accionar corrupto atenta directamente contra los intereses del país.
El diálogo con los presentes concluye con la pregunta de rigor, sin respuesta: ¿donde invertir?
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