RES – Soja: Rotación Evolución y Seguros, la clave
Un nuevo año da comienzo a la cosecha del cultivo estrella desde hace ya más de una década para nuestro país, siendo este año 20 millones de hectáreas sembradas, pero pese al crecimiento de la superficie sembrada y el record de cosecha la recaudación disminuyo notablemente producto de la caída de los precios internacionales.
En el año 1970 el cultivo de soja representaba solo el 1% del área nacional desde ese entonces año tras año la superficie se ha incrementado considerablemente como producto de la evolución en la tecnología y de la manipulación genética para nuevos productos como la ya conocida soja transgénica.
La ingeniería genética permitió que se simplifiquen los métodos de cultivos. Las nuevas tecnologías permiten mayores márgenes de ganancias y mínimos cuidados. El conjunto conformado por soja, glifosato y siembra directa arroja como resultado una revolución agraria que dio lugar a la expansión de la soja.
En los últimos 7 años la superficie sembrada aumento 16 veces respecto a los años anteriores llegando al punto máximo a 13 millones de hectáreas cubiertas. Es importante destacar que casi toda la soja de producción nacional es exportada como materia prima industrial o para forraje de animales de países del primer mundo.
Asimismo cada año se lanzan al mercado nuevas máquinas que permiten reducir la cantidad de empleados agrarios además de exponenciar al máximo los costos de producción colaborando con la desaparición del pequeño y mediano productor quienes se ven obligados a arrendar sus campos.
Otro punto a tener en cuenta es la rotación de la tierra, es indispensable ya que no hacerlo provoca una saturación del mismo provocando infertilidad e inutilización. El método de siembra directa en el monocultivo desnuda y desprotege a los suelos, necesitando mucho más fertilizantes y nutrientes por kilo de grano producido elevando los costos; por tanto la agricultura es víctima de sus efectos colaterales.
El grano puede exportarse como grano propiamente dicho o como aceite, es decir agregarle un paso más a la producción disminuyendo la rentabilidad del negocio, pese a ello algunos años se registraron 6.500.- millones de dólares provenientes de la actividad durante la cosecha.
El ultimo ítem relevante es lo concerniente a la gestión de seguros cuya función es concientizar a los agricultores que los seguros no son un gasto erogado sino la posibilidad de supervivencia ante un imprevisto, cubrir todos los riesgos incluidos los climatológicos, cada vez más frecuentes e intensos.
La gestión de seguros también incluye la labor del órgano de contralor para concientizar al Estado sobre la necesidad y urgencia de crear sistemas de subsidios además de la imposición a las aseguradoras de hacerse de personal idóneo para la suscripción a los efectos de crear productos adecuados a la necesidad del cliente evitando así el auto-aseguramiento que realiza la gente de campo y que al igual que la soja incrementa anualmente.
La cuestión principalmente radica en que los actores del sector no se escuchan, los productores han manifestado en varias ocasiones que las pólizas ofrecidas por las aseguradoras no se adaptan a su necesidad además de resultar excesivamente costosas para la cobertura que brindan.
Por su lado las aseguradoras al no poseer personal especializado en su staff que pueda dialogar con los agropecuarios no logran captar las necesidades básicas del sector y por tanto ante el desconocimiento se ofrecen pólizas que a final de cuentas no amparan los riesgos mínimos.
Claro está que la soja es uno de los motores de la economía nacional por ende las condiciones están dadas para sacar provecho máximo de la oportunidad de negocio que desde hace años el mercado asegurador viene desperdiciando.
MA!@madarok
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