EL SEGURO NECESITA UN “RESPIRADOR”
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El COVID-19 vino tan rápido que no nos dio tiempo a casi nada.
Nuestro país ya atravesaba una crisis económico-financiera importante y ahora la pandemia -con aislamiento social obligatorio-, paralizó definitivamente la actividad productiva y propinó un golpe de knock-out al sector.
Veníamos de un 2019 con inflación, recesión y problemas de deuda. La inflación derivó en guerra de precios en el sector asegurador en tanto las coberturas no se ajustaron como la regla técnica impone. La recesión hizo que las ventas de seguros disminuyeran dramáticamente y el reperfilamiento de la deuda soberana en pesos, atacó los cimientos de las inversiones obligatorias de las aseguradoras, quitándoles solvencia.
Un coctel explosivo.
De esto se salvan únicamente los balances con el atajo permitido de contabilizar los títulos a valores nominales, cuando en verdad -y con suerte-, pueden realizarse a sólo un tercio de su registro ficticio. Algo así como hacerse trampa al solitario.
Los números en rojo: devaluación de casi un 100%, inflación próxima al 56% de junio 2018 a junio 2019 versus un crecimiento del 33% del sector asegurador en el mismo período, mercado concentrado en 15 grupos que producen casi el 60% del conjunto, atomizada la actividad con seguros obligatorios que representan el 80% del total, siniestralidad en alza, asfixiante presión impositiva…la lista sigue.
El COVID-19 también cambió la agenda del sector ya que cuestionó las coberturas
Es categórico que quien tenga contratado un seguro de su rodado, ya sea obligatorio o voluntario (terceros o a todo riesgo), goza de la cobertura de su póliza con total normalidad, sin importar que el Gobierno disponga aislamiento social obligatorio. Cualquier ciudadano que conduzca su vehículo para realizar alguna de las actividades que no están taxativamente autorizadas por el Decreto 297/2020 del PEN, podrá ser sancionado con multa o detención de autoridad competente, pero ello no implica exclusión de cobertura en caso de siniestro.
La única buena noticia en estos tiempos de circulación limitada, es que llevamos algunas semanas de brusca caída de siniestralidad, dando un respiro momentáneo.
Y ahora, quién podrá defendernos?
Dicho esto, la agenda del sector asegurador deberá esperar. Pasada la pandemia, necesitaremos resolver uno a uno los problemas que subsisten en el mercado de seguros, que se transmiten en el tiempo año tras año y permanecen entre nosotros más que el virus chino.
Se necesita actualizar la Ley de Seguros, diseñar nueva cobertura obligatoria para los automotores, crear fondos de garantía en caso de liquidación de compañías, actualizar los capitales mínimos vigentes, mejorar las pólizas en cuanto a montos y coberturas, diseñar nuevos productos, mejorar la tecnología aplicada, profesionalizar los canales de venta e imponer el equilibrio técnico de las pólizas.
No podemos aceptar que se devuelva al sistema sólo el 50% de lo que genera, extraviando la otra mitad en costos de comercialización y administración.
Después de la cuarentena, las medidas de prevención, la utilización de la capacidad médica, la ayuda de los respiradores y la férrea dedicación para superar la crisis sanitaria, el sector asegurador deberá hacer lo propio para encontrar urgente su vacuna.
*por Guillermo Bolado. Titular de “Bolado-Cintran-Ciancaglini, Abogados”. Ex Vice Superintendente de Seguros de la Nación.
Exclusivo para www.segurosaldia.com
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